sábado, 30 de noviembre de 2013

Para el Resto de Mi vida

Para el Resto de Mi vida
El siguiente articulo es un texto tomado del libro "El regreso del trapero"escrito por el autor Og Mandino, donde al final desea compartir ese mensaje con los lectores. A las personas que no han tenido la oportunidad de leerlo, les compartimos este mensaje que nos invita reflexionar .... 
Para el resto de mi vida existen dos días que nunca más me van a afectar. El primer día es ayer, con todos sus errores y lágrimas, sus tonterías y derrotas. El ayer ha pasado y permanecerá para siempre lejos de mi voluntad.
El otro día es mañana, con todas sus trampas y amenazas, sus peligros y su misterio.
Hasta el que el sol vuelva a salir no pensaré en el mañana, pues éste todavía no ve la luz.
Con la ayuda de Dios y con sólo un día para concentrar en  él todos mis esfuerzos y mi energía, el día de hoy ¡Puedo Triunfar! Solamente cuando añado en obstáculo de esas dos aterradoras eternidades, el ayer y el mañana, me encentro en peligro de vacilar bajo el peso de mi carga. ¡Nunca más! ¡Este es mi día! ¡Este es el único día que tengo! ¡Hoy es todo lo que importa! El día de hoy constituye el resto de mi vida y he decidido conducirme a lo largo de cada hora de la siguiente forma:
Para el resto de mi vida, en este día tan especial Dios mío ayúdame a prestar atención a los sabios consejos de Jesús, Confucio y Zoroastro y tratar a cualquier enemigo que se encuentre, amigo o enemigo, desconocido o conocido como yo quisiera que ellos me trataran a mí;  a mantener el control en mi lengua y mi carácter, cuidándome de no hacer tonterías, de la crítica y de los insultos; a saludar a todos quienes encuentre con una sonrisa en lugar de desdén o lo que es peor con silencio:
A ser comprensivo y atento ante las penas y esfuerzos de los demás, entendiendo que en cada individuo se ocultan desgracias sin importan qué tan graves o leves puedan ser;
A darme prisa para ser agradable con los demás, comprendiendo que la vida es demasiado corta para ser vengativo y malicioso, y que termina demasiado pronto para mostrarme mezquino o cruel.
Para el resto de mi vida, en este día tan especial Dios Mío ayúdame a seguir recordándome que para poder cosechar mayor cantidad de mazorcas en el otoño debo sembrar más granos de maíz en primavera; a entender que la vida siempre va a recompensarme en los términos que yo establezca, y que si yo no llevo a cabo o doy más de aquello por lo que se me paga, nunca tendré motivos para exigir o esperar ninguna recompensa adicional; a dar siempre más de lo que se espera de mí, ya sea en el trabajo, o en la diversión o en el hogar; a trabajar con amor y entusiasmo, no importa cuál sea la tarea que deba realizar, comprendiendo que si no puedo asegurarme la felicidad con mi trabajo, nunca sabré lo que es la verdadera dicha; a perdurar en el trabajo que he elegido incluso cuando otros hayan desistido, pues ahora ya sé que el ángel de la felicidad y el caldero de oso esperan por mí sólo al final del esfuerzo adicional que no se impone límites.
Para el resto de mi vida, en este día especial Dios mío ayúdame: a definir metas que puedan ser alcanzadas antes que el día haya terminado, pues ahora ya sé que mudar los objetivos de una a otra hora sólo me puede conducir a un destino: el puerto de la miseria; a comprender que ninguna ruta hacia el éxito es demasiado larga si avanzo con calor y sin premura, pues no hay reconocimientos demasiado lejanos si me prepara para ellos desde ahora con paciencia; a no perder jamás la fe en una mañana más brillante, pues yo sé que si continúo llamando con vigor a la puerta del tiempo suficiente de seguro despertaré a alguien; a recordar en forma constante que el éxito siempre tiene un precio, y que debo estar dispuesto a equilibrar sus alegrías y recompensas con esa valiosa porción de mi vida que inevitablemente debo sacrificar para lograrlo; a aferrarme con presteza a mis sueños y planes para una vida mejor, pues si renuncio a ellos, aun cuando siga existiendo, habré dejado de vivir; Para el resto de mi vida, en este día especial, Dios mío ayúdame: a procurar realizar lo mejor que habita en mi interior, sabiendo que no tengo ninguna obligación de tener riquezas o triunfos, sino con sólo el deber de ser honesto con lo más elevado y lo mejor de mí mismo; a no sucumbir jamás al temor del fracaso, pues ahora sé que tendré en la mente las metas que aún no he alcanzado en lugar de fijar mi atención en las trampas que siempre han amenazado; a estrechar a la adversidad entre mis brazos como a una amiga que me enseñará mucho más acerca de mí mismo que lo que cualquier alegre carrera exitosa y buena fortuna pudieran hacer; a recordar que los fracasos incluso cuando suceden, son tan sólo la vía para el triunfo, ya que cada descubrimiento de lo que es falso me conducirá a buscar a verdad, y cada experiencia me enseñará alguna clase de error que en el futuro será cuidadosamente evitado; a regocijarme por lo que tengo, aunque sea poco, recordando siempre la conocida fabula del hombre que lloraba porque no tenía zapatos, hasta que un día, conoció a un hombre que no tenía pies. 
Para el resto de mi vida, en este día tan especial, Dios mío ayúdame a aceptarme tal como soy sin permitir jamás que mi conciencia o mi sentido del deber me obliguen a vivir de tal forma que destine mi vida exclusivamente al beneficio de otras personas; a darme cuenta de que jamás debo considerar los elogios y el amor de la gente como una medida de mi valor personal, puesto que mi valor verdadero depende mucho más de cómo me siento respecto a mí mismo y en qué tan comprometido estoy con el mundo que me rodea; a resistir la tentación de superar los logros de los demás, pues este deseo patético, y sin embargo bastante común, no es más que un síntoma de inseguridad y debilidad, y jamás llegaré a ser yo mismo si permiso que otros fijen la medida de los logros; a encender todas mis acciones, tanto en el trabajo como en el juego, con chispas constantes de entusiasmo, para que mi energía y celo ante cualquier cosa  que esté llevando a cabo puedan superar toda clase de dificultades que de otra forma pudieran frenar mi avance; a recordar que para incrementar mis riquezas debo pagar su precio en tiempo y energía, pues sólo los tontos permanecen ociosos esperando que el éxito vaya a su encuentro, y ahora ya sé que la única oportunidad de comenzar por la cima es cavando un agujero; a hacer por los demás lo que me gustaría que ellos hicieran por mí, a dar más de mí mismo cada hora que pasa, de lo que se espera; a fijar mis metas y aferrarme con fuerza a mis sueños, a buscar lo bueno en todos los reveses que reciba, a desempeñar todas mis obligaciones con entusiasmo y amor y, sobre todas las cosas a ser yo mismo.
Por favor ayúdame a lograr estos propósitos, mi amigo especial, para que tal vez me pueda convertir en un trapero valioso, trabajando en tu nombre con fortaleza renovada y con la sabiduría necesaria para salvar a otros como tú me salvaste a mí. Y por encima de todas las cosas, quédate a mi lado a lo largo de todo el día de hoy …




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